Recomendación.

Se recomienda empezar por el principio, todo cobra su sentido entonces.

domingo, 28 de febrero de 2010

Capítulo 7 (a medias),

Un mondeo plateado, seguía circulando con total normalidad por la carretera, mieentras la tormenta seguía acotando al paisaje. En su interior, dos persona; una mujer, morena, con un larog pelo negro, quien conducía, y a su lado, de copiloto, estaba Rodrigo. Esa mañana, su madre había sido la encargada de llevarlo a clase, tarea poco habitual, pues normalmente, Rodrigo se iba en el tren. Se mantenía el silencio mañanero, al igual que la incesante tormenta. Uno, por que no acostumbraba a conducir a esas horas, el otro, por que seguía repasando mentalmente cada punto del libro de matemáticas. Entonces, por la ventanilla de la madre de Rodrigo, se podía ver a duras penas, la silueta del tren, que estaba parado en la vía, y totalmente apagado. En su interior, algunas personas, andaban por dentro del vagón. Por la ventanilla derecha, se podía observar, la cárcel, un sitio fúnebre y tenebroso.

La tormenta, quiso dejar más claro todavía que seguía viva, y comenzó a soltar rayo y truenos por su enfurecida garganta. La lluvía comenzó a caer con más fuerza, y el viento, arremetía con más ímpetu. Al ver tal espectáculo, parecía que el tren se asustó, y se encendió por completo, reanudando así la marcha.

Ha Rodrigo todo aquello le extrañó de manera curiosa, por un lado, esperaba que no hubiera pasado nada malo a nadie, por el otro, quería que a Pedro si, y que estubiera ahora mismo humillado, temeroso, frágil. Solo de pensar esa escena, Rodrigo vió todas las veces que Pedro le había humillado, recompensadas. Comenzó a imaginar, y a especular a cerca de que podría haberle pasado a Pedro. Quizás le habían disparado... no, demasiado macabro. Quizás, solo le habian usado como rehén. No, implicaría a más gente. Quizás se hubiera meado encima del miedo... ¡si!, esa parecía ser de su gusto.

- ¿Te lo sabes? -la pregunta de su madre, destrozó ese momento de disfrute personal, que Rodrigo estaba viviendo.
- Si, yo creo que si.
- ¿Seguro?
- Si. Segurísimo.
- Vale...
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"... la parada a sido devido a un corte en la electricidad, causado por la tormenta, pero ya está reparado. Señores pasajeros, rogamos disculpen las molestias..."
La tormenta seguía mojando el cristal de la ventana, por el que, Pedro, seguía mirando, con el corazón a punto de salirsele del pecho. Había aparecido ahí, sin más, en la ventanilla de un tren, que se suponía no había cogido. Le parecía todo muy raro, muy extraño. No le gustaba la idea de que estubieran jugando con él, de que todo fuera una broma...

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