Recomendación.

Se recomienda empezar por el principio, todo cobra su sentido entonces.

domingo, 28 de febrero de 2010

Capítulo 7 (a medias),

Un mondeo plateado, seguía circulando con total normalidad por la carretera, mieentras la tormenta seguía acotando al paisaje. En su interior, dos persona; una mujer, morena, con un larog pelo negro, quien conducía, y a su lado, de copiloto, estaba Rodrigo. Esa mañana, su madre había sido la encargada de llevarlo a clase, tarea poco habitual, pues normalmente, Rodrigo se iba en el tren. Se mantenía el silencio mañanero, al igual que la incesante tormenta. Uno, por que no acostumbraba a conducir a esas horas, el otro, por que seguía repasando mentalmente cada punto del libro de matemáticas. Entonces, por la ventanilla de la madre de Rodrigo, se podía ver a duras penas, la silueta del tren, que estaba parado en la vía, y totalmente apagado. En su interior, algunas personas, andaban por dentro del vagón. Por la ventanilla derecha, se podía observar, la cárcel, un sitio fúnebre y tenebroso.

La tormenta, quiso dejar más claro todavía que seguía viva, y comenzó a soltar rayo y truenos por su enfurecida garganta. La lluvía comenzó a caer con más fuerza, y el viento, arremetía con más ímpetu. Al ver tal espectáculo, parecía que el tren se asustó, y se encendió por completo, reanudando así la marcha.

Ha Rodrigo todo aquello le extrañó de manera curiosa, por un lado, esperaba que no hubiera pasado nada malo a nadie, por el otro, quería que a Pedro si, y que estubiera ahora mismo humillado, temeroso, frágil. Solo de pensar esa escena, Rodrigo vió todas las veces que Pedro le había humillado, recompensadas. Comenzó a imaginar, y a especular a cerca de que podría haberle pasado a Pedro. Quizás le habían disparado... no, demasiado macabro. Quizás, solo le habian usado como rehén. No, implicaría a más gente. Quizás se hubiera meado encima del miedo... ¡si!, esa parecía ser de su gusto.

- ¿Te lo sabes? -la pregunta de su madre, destrozó ese momento de disfrute personal, que Rodrigo estaba viviendo.
- Si, yo creo que si.
- ¿Seguro?
- Si. Segurísimo.
- Vale...
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"... la parada a sido devido a un corte en la electricidad, causado por la tormenta, pero ya está reparado. Señores pasajeros, rogamos disculpen las molestias..."
La tormenta seguía mojando el cristal de la ventana, por el que, Pedro, seguía mirando, con el corazón a punto de salirsele del pecho. Había aparecido ahí, sin más, en la ventanilla de un tren, que se suponía no había cogido. Le parecía todo muy raro, muy extraño. No le gustaba la idea de que estubieran jugando con él, de que todo fuera una broma...

viernes, 26 de febrero de 2010

Capítulo 6.

La noche era cerrada, negra, y la espesa niebla que cubria los horizontes, parecía cubrir tambien su corazón. No tenia ganas de ir esa mañana a clase, estaba demasiado cansado como para rendir. Anoche, se quedo hasta tarde viendo la tele, ya que echaban su serie favorita. A él, generalmente, no le gustaba la televisión. Pensaba que era un intento deseperado del poder para comer la cabeza a los televidentes. Y la tele, no era la única que no se escapaba de su circulo de conpiración; la prensa, la radio, la música, la publicidad... para él, todo era un intento por captar la atención de la gente, para influirles ideas erroneas en la cabeza. Quizás ese era el motivo de su desculturalización, quizás por eso nunca había leido un libro, quizas por eso no estudia...

La noche de mañana, dejó entrever unas tímidas gotas caidas del cielo. Parecía ser, que los rayos de Sol que consiguieron atravesar las nubes, hizo heridas en estas, que ahora sangraban tenuemente. El tren, sin embargo, no notó apenas las gotas que acariciaban su piel. Estaba acostumbrado, a lidiar día a día con el viento, y con la lluvia. Ya se conocian de anteriores batallas, pero no por eso, habian dejado de temerse. Aún así, su vieja relación no impidió al tren mantener su ritmo de marcha, ni a la lluvia seguir cayendo sobre la tierra.

En quince minutos, habrían llegado a la estación, y comenzaría una nueva jornada escolar, una de tantas, otra como otra cualquiera... o quizás no.
La mañana prometía, a primera hora, lengua, y después, educación física. Ese día les tocaba juego libre, por lo que seguramente, le tocaría demostrar, una vez más, su calidad a la hora te jugar al fútbol. Nunca le había gustado estudiar, ni la cultura, ni nada parecido, pero el balónpie, había sido de siempre su mejor cualidad. Había estado en diversos equipos, cambiando cada año de modalidad; fútbol sala, fútbol once, fútbol siete... Ese año, estaba en el equipo de fútbol once de su pueblo. No jugaba muy a menudo por su edad, pero demostraba una calidad en cada entrenamiento, al alcance de muy pocos.

Entonces, el tren se apagó por completo, y comenzó a frenar lentamente, hasta quedar totalmente parado en medio de la vía. En ese momento, se encontraban pasando por delante de la cárcel.

-Joder, anda que no habia días ni sitios para pararse...

Las paradas del tren mientras circulaba, eran habituales, pero que se fuera la luz, extrañó a los pasajeros, que se dirijian a sus colegios, o a sus puestos de trabajo.
Se mantubo el interior del tren en silencio durante unos minutos, hasta que el nerviosismo se apoderó de los pasajeros, que empezaban a murmurarse preguntas retóricas, acerca del por qué, de la parada del tren, y de por qué, se tenía que ir la luz.
Y como siempre, o casi siempre, los rumores llevan a las falsas conjeturas, las falsas conjeturas llevan a ideas locas y locuaces, que se convierten en verdades inamomibles mientras la bola de falacias inventadas al respecto aumnta su tamaño y consitencia mientras más pasa el tiempo, y nadie pone fin, ni coherencia a ese momento...

- ¡Han atacado el tren unos presos!
- ¡Será un ataque terrorista!
- ¡Hay que llamar a la policía!

Pedro se mantenía sereno y sentado. Cierto era, que su nerviosimo aumentaba, pero no iba a perder los nervios por que el tren su haya parado. Suigió escuchando música, tranquilo en su sitio, mientras la gente empezaba a levantarse alterada. Llevaban más de diez minutos sin luz y parados, en frente de la cárcel. Entonces, por encima de los gritos de la gente, y la música del reproductor, se alzaron rayo y trueno, sin mayor motivo que el de aumentar en mayor cantidad el nerviosismo de la gente. Entonces, el miedo se apoderó de cada párticula de Pedro. Se quedó paralizado, le recorrió el nervisismo, y se sintió inquieto he intranquilo. Lo había visto, parecía que si se había subido en el tren, y parecía el causante de ese momento. A través del cristal de la puerta que separaba los dos vagones, había distinguido gracias a la luz del rayo, la silueta del albino mirandolo fijamente. El miedo se habia apoderado de él, con la misma rapided con la que el albino había desaparecido de escena. Entonces, sin mayor lógica, se encendió por completo el tren, y reanudó su macha hacia la estación.
La voz del interfono, dió una breve explicación, y tambien desapareció.

martes, 23 de febrero de 2010

Capítulo 5.

- Querido diario, mañana quince de Enero del dos mil diez, cumpliré diecisiete años. Tomaré tu silencio como una felicitación, ¡gracias! jaja. Bueno, este año voy a hacer una fiesta, sabes, creo que va a ser muy especial. Invité a toda la clase, por el tema de que si invitaba a unos y a otros no, pues bueno, me quito de encima los problemas. La pena es que tenga que venir Pedro, ese chico nunca trama nada bueno, y es que en serio, le odio. Siempre está igual, chinchandome. Lo que pasa, es que despues de tantos años, sigo sin comprender por qué. Espero que esta noche no me jodan la fiesta el y sus amigos, porque no se lo perdonaría jamás, lo juro. Bueno, cambiando un poco de tema, que me estoy cabreando yo solo jeje, mis padres me van a regalar un móvil nuevo, estoy deseando de tenerlo. Tampoco hay nadie en especial a quien llamar, pero bueno. Además tengo examen de mates, a última hora de la mañana. Creo que me lo sé, pero no me fio en exceso tampoco. Al final, solo he estudiado tres horas, con la emoción de la fiesta y eso. Por cierto, ¿sabes quien va a venir a la fiesta? ¡Exacto! Va a venir Ana. Es el día más feliz de mi vida, en serio. Llevo años soñando con este momento, es preciosa, es única, es hermosa. Con solo mirarla se me para el corazón, pierdo la razón y el sentido, me vuelvo lento... es perfecta.
Además, la he visto como me mira, y creo que yo tambien le gusto. El otro día, me dijo que le parecia mono, ¡yo a ella le parezco mono! jeje. Bueno, creo que esta noche no nos veremos, puede que la fiesta se alargue más de lo esperado. De todas formas, mañana te cuento. ¡Hasta mañana!

Y con esas dos palabras tan simples, cerró el diario. Esa mañana, se había despertado dos horas antes para estudiar matemáticas, pero no pudo resistir sin hablarle a su mejor amigo, su diario.
Nadie le conocia mejor que él, pero mantenia la esperanza de que algún dia, apareciera alguien que le entendiera de verdad. Se levantó de la mesa con sumo cuidado, procurando no hacer ruido alguno, ya que eran las siete de la mañana, y no quería despertar a su padre. Su padre, llegaba muy tarde de trabajar, o demasiado temprano, depende como se mire, y llegaba realmente agotado a casa. Él siempre intentaba no hacer ruido para no despertarle y dejarle descansar, al fin y al cabo, se merecía ese descanso. Pero para su sorpresa, cuando bajó, el tíbio olor del café mañanero le agudizó el olfato. Cuando llegó, un plato rebosante de tortitas le esperaba en la mesa, junto a una gran taza de café. Sentado enfrente del plato, esperba adormilado su padre, con un paquete de un tamaño mayor que el de un móvil, lo cual le descuadró aún más la escena.

- Felicidades grandullón.
- Gracias papá.
- Toma - haciendole entrega del regalo- ábrelo. Espero que te guste.
- No hacia falta que me compraras nada, pero gracias.

Desenvolviendo con mucho cuidado el papel de regalo, rojo y azul, como si de una muñeca de porcelana se tratara y retirandolo del paquete, se pudo reflejar en su rostro una mezcla entre decepción y curiosidad.

- ¿Un libro de poesía?
- Exacto, en la librería me dijeron que es muy bueno.
- Sabes que no me gusta la poesía...
- Esta te gustará, te lo aseguro.
- Mmm, que raro, no sale ningún autor.
- Es que no lo hay, es anónimo.
- Pero si son tan buenas, ¿como pueden ser anónimas? ¿acaso no quería ganar dinero el autor?
- Lee la primera hoja.

Así lo hizo, levantó la portada, y dejó al descubierto, un folio blanco prácticamente en su totalidad, con unas letras gravadas en el centro:

"Para los que como yo, basaron su vida en lo real, dejando de lado lo material y superficial, creyendo en el humano, y en su mente, como único artífice de su desdicha"

- ¿Que significa esto?
- Algún día lo entenderas.
- ¿Me obligarás a leermelo?
- Yo no, te obligarás a leerlo. Y ahora, desayuna que se te va a quedar frío.

Esa mañana, sus padres le llevarían al colegio. Normalmente, solía ir en el tren, pero esa mañana, no quería cruzarse con Pedro. Suficiente con que tenía que aguantarle esa noche.
Entonces, recordó que hoy llegaba un nuevo alumno a clase.
- ¿Me felicitará? Seria un puntazo.
Pensó.
Cuando terminó el desayuno (su padre ya estaba dormido de nuevo por entonces) subió a la ducha, una vez hubo terminado de darse su ducha caliente, fue a la habitación, la cual ordenó antes de marcharse. Una vez vestido y aseado, se dispuso a entrar en el coche, y realizar su triunfal llegada a clase...

Capítulo 4.

El frío no era excesivo esa mañana. Si que es cierto que le viento se despertó con ganas de dar guerra, pero seguía estando cabizbajo, por lo que su fuerza se mantenía mermada. En su constante carrera contra el mundo, arrasando y llevandose por delante al que hosara ponerse en su camino, vió algo que le hizo pararse de bruces. En la estación de tren, con gesto desafiante y envase albino, vió al humano que seguramente más respeto le había transmitido. Su rostro, al igual que sus gestos, eran totalmente inexpresivos, al igual que su mirada penetrante y azul, o su silencio mortuorio. Intentó azotarlo, mover su corto pelo, obligarle a cerrar sus apagados y a la vez misteriosos ojos... pero nada, no había reacción alguna por su parte.
Mantubo su mirada, fija en el horizonte y el miedo se ocupó de responder al viento; le estaba observando, o eso parecia a su entender, desafiante, penetrante, incisivo...

Era consciente del frío de esa mañana, o quizás no. Sus ganas de salir corriendo, redimidas por su prudencia, le mantenian lo suficientemente caliente y despierto para no sentir el frío.
Quizás la coherencia le había hecho desaparecer cualquier rastro de sentimiento, quizás estubiera borrando los rasgos humanos que le quedaban a su mente.

El viento, decidido a tumbar la supremacía de aquel albino, llamó veloz a la lluvia para que le echara una mano. Y, aun vistiendo su cara con el velo transparente y nítido del agua, no consiguió arrancar expresión o reacción alguna de aquel hombre, por lo que decidió seguir con su imponente marcha, y dejar que la lluvia luchara sola. Quizás las nubes se pasaran por allí antes de perder esa batalla, y por miedo a perder el poco respeto que le quedaba, el viento se marchó.

Pasaron varios minutos, convertidos en varias horas con el paso del tiempo. La Luna seguía reinando el cielo de ese lugar, haciendo parecer que el Sol se retrasaba esa mañana.
Cuando quiso salir a despertar el día, sintió la reprimenda de las nubes, que le impedían molestar a la Luna, que se mantenía mirando, enamorada, encandilada, la mirada del albino.

Cuando consiguió atravesar tenuemente las nubes, corrompido quizás por los celos, pudo observar, como un segundo llegaba a la estación. Un chico alto, pelo rizado y de delgada estructura, guardaba reposo a tres bancos del alvino.
Iba escuchando música con los cascos, y pudo ver como un coche, conducido por una mujer, abandonaba la estación, y se adentraba en lo profundo de la oscura carretera. Tambien se fijó, en que no intercambiaron ninguna palabra, ni una mirada siquiera, y no por falta de ganas de Pedro, que parecía resultarle familiar. Una idea le recorría la mente;

- ¿Será el nuevo?, parece más mayor que yo. No creo que lo sea, no tiene pinta de estar haciendo Bachillerato precisamente.

El albino seguía mirando al frente, y Pedro no paraba de observarle de arriba abajo, y de abajo arriba, y otra vez.
Tenía una anatomía prácticamente perfecta, se le veía fuerte, no en exceso, pero se le notaba una musculatura desarrollada. Era rubio, y muy blanco, parecía nieve. Su altura, tampoco era normal. Aun sentado, se sabía que media dos metros por lo menos... y tenía una mirada peculiar, una mirada que daba verdadero miedo.
Empezó a especular en que estaría pensando ese hombre:

- Lo mismo es una asesino, o un psicópata. Por las pintas que lleva, tampoco lo parece.

Eso era cierto, llevaba unos pantalones vaqueros, con deportivas blancas, y una chaqueta que le cubria un, seguramente, grande y esbelto cuello. Pedro no estaba contento con la presencia de aquel albino, le hacía parecer inferior, y esa era una idea, que no le agradaba en exceso.

Después de diez minutos de especulaciones absurdas, y canciones escuchadas por el auricular, el tren llegó con cinco minutos de retraso. Se subió al tren en cuanto se abrió la puerta, ya que el frío que sentía no le permitía estar mucho más tiempo sentado allí fuera. Una vez dentro, se sentó en el hueco libre cuya ventana posibilitaba la visión del banco donde el albino, guardaba reposo. No estaba seguro, de que ese hombre fuera a sentarse en el tren, tenía pinta de llevar sentado fuera mucho tiempo.
Entonces se acordó de Rodrigo. Quizás era un tio que venía de lejos para felicitarle.
La idea quedó descartada a los pocos segundos. Anatómicamente, eran totalmente distintos;
uno media casi dos metros, era fuerte, muy blanco, mientras que el otro, sobrepasaba con apuros el metro cincuenta, era moreno, y sufría de sobrepeso. No, no podía estar relacionado con su colegio, ni con su familia. Quedó totalmente claro, que no existía relación alguna con él. Cuando se dió cuenta, casi se cae del aisiento al pasillo que dividía el tren en dos mitades. Se le había ido la mente y la mirada hacia otro sitio, y había perdido de vista al albino. Divisó los asientos, en busca de alguna cabeza que se le asemejara, pero nada. No quedaba rastro.

- Mira que hay gente rara...

El tren salió puntual de la estación, a las siete y media. Comenzaba un nuevo día, un día que prometía muchas emociones y sorpresas, aunque no habia comenzado con muy buen pie...

domingo, 21 de febrero de 2010

Capítulo 3.

"... son las siete de la mañana, una hora menos en Canarias. Amanece un nuevo y lluvioso día de Enero. Recuerden circular con precaución debido a las malas temperaturas, y pasen un buen día.
Bueno, que nos va a contar...."
Un manotazo preciso dejó mudo al locutor de dentro del despertador. Esa mañana se había quedado dormido el Sol, y había dejado que las nubes amanecieran encima de su casa. Pedro se habia despertado cabreado esa mañana . Por un lado, tenía el examen de matemáticas, el cual no se habia preparado nada. Ayer por la tarde no tuvo tiempo, estubo hechandose la siesta matutina, y por la noche, a entrenar. Entre medias, inumerables horas de "tuenti" e Internet en general. Por otro lado, estaba contento, puesto que era viernes, y el los viernes los aprovechaba al máximo. Ese viernes en concreto, era especial. Era el cumpleaños de Rodri, un compañero de clase, y había organizado una fiesta, a la cual invitó a toda la clase. Era de conocimiento popular, que Rodri no solía celebrar fiestas, es más, no preparaba fiestas por que no tenía a nadie a quien invitar. Nunca había sido un chico muy social, su metro cincuenta de estatura, y sus quilos de más, habían sido siempre objetivo de mofas he insultos. Además, el ser el favorito de los profesores, por su impresionante capacidad para el estudio, siempre había creado un halo de envidia a su alrededor, convertido en verdadero odio con el tiempo.
Nunca antes había celebrado su cumpleaños, pero era su diecisiete cumpleaños, y lo consideró como una fecha especial.

Lo que le tenian preparado, iba a ser impresionante. Eso enseñaría a Rodri, a no ser tan inteligente, ya que los fuertes sobreviven, no los listos.
Su filosofía, le llevó a perder cinco minutos de su tiempo tumbado en la cama, mientras pensaba. Sin más dilación, se incorporó, y bajó a desayunar. Puso la tele, estaban puestas las noticias, las cuales quitó rápidamente. No tenía ganas de ver desgracias por la mañana, bastante preocupado estaba ya por que la broma saliera bien esa noche, bueno, y por el examen.
Puso un poco la radio, y mientras escuchaba la música, deboraba su tostada recién hecho. Se lo había preparado su madre, junto con el café. Ella no tenía que levantarse hasta dentro de una hora, pero se despertaba para hacerle el desayuno. Tan pronto como terminó de desayunar, subió a ducharse. El agua fría por la mañana, despejaría su cabeza. Cogió el reproductor de música, y dejó a la elección del móvil lo que escucharía esa mañana. Salió de la ducha tras media hora de cantes desafindos y el retumbar del agua contra el plato de ducha, y se fue en dirección a su cuarto. En el trayecto, mantubo sus cuerdas bocales cantando las canciones que el reproductor dictaba a su libre albedrio. Seguramente despertaría al resto de la familia, pero no le importaba mucho.
Una vez en su cuarto, cogió la ropa, y mientras seguía cantando, se cambió. Hizo su mochila, bajó las escaleras y se cepilló los dientes. Su madre le esperaba abajo en la cocina. Tenía pinta de no haber pegado ojo en toda la noche, pero ya la preguntaría por la tarde, ahora tenía prisa para no perder el autobus.

-¿Llevas todo Pedro?
-Si, lo he cogido todo.
-¿El ticket del tren y todo?
-¡Que sí coño!

Se hizo el silencio y ambos entraron en el coche. La lluvia seguía cayendo, despues de una noche de trabajo sin descanso. El camino de su casa al tren no era excesivamente largo, pero seguramente, se le hizo eterno. Ella sabía todas las cosas que hacía su hijo fuera de casa, sabía que no había estudiado para el examen, que seguramente lo suspendería, al igual que los anteriores. Al igual que sabía lo que iban a hacer con Rodrigo esa tarde. Si pudiera cambiar a ese ser que tenia de hijo, aunque fuera solo un dia, por Rodrigo...

sábado, 20 de febrero de 2010

Capítulo 2.

Se mantubo un rato santado en el suelo del baño, sus piernas se negaban a obedecerle, y el se negaba a hacerlas andar. Las frías baldosas del suelo, le recordaba la falta de temperatura de su cuerpo, una ducha caliente le reconfortaría, pero para ello, tendría que recobrar las fuerzas, y, si se esperaba un poco más, el sentido.
Se le iban cerrando los ojos, con cada recuerdo que se le venía a la cabeza...

- Sabes que siempre te querré, has hecho por mí lo que nadie a hecho, y eso es muy importante para mí.
-¿Estás segura de eso? Tampoco creo que haya hecho tanto.
- Aunque no lo creas, me has marcado para siempre Dani.
- Mira que te gusta ser exagerada. Además, eres tú la que ha entrado en mi vida, dispuesta a cambiarla.
- Ves, por eso te quiero, me dices cosas tan bonitas...
- Sabes que yo solo digo la verdad.

Un fuerte golpe contra el bater, le despertó de su ensoñacion. El golpe había sido brutal, aunque el bater parecía estar bien, le dolía muchísimo la cabeza. Se incorporó tan rápido como le permitieron sus cansadas piernas, ayudandose de unos brazos, antaño fuertes, hoy demacrados por el paso del tiempo. El reproductor seguía cantando canciones, elegidas de manera, que eran casi puñetazos para él.

"Dime que excusa, inventarás. Inventarás, que ya no hay tiempo, que todo ya se ha acabado".

- Joder, no he sido yo el malo, solo he hecho lo que creía correcto, ¿por qué me torturas?.

A los pocos segundos, se dió cuenta, estaba hablandole al reflejo del cristal, y lo comprendió; estaba perdiendo la cabeza.
Abrió la mampara, y dejó que el agua de la ducha fluyera durante unos segundos, dandola tiempo para calentarse. Nunca había comprendido las duchas de agua fría, él pensaba que sería dependiendo de las necesidades de la gente. Los que les sobra el calor, preferian el frío, y los que sufren en su constante he incesante busqueda del calor humano, caliente. Era la sensación mas parecida al calor que sentía, por eso, puso el tapón, y abrió el grifo de la bañera. Descansar un rato en el agua caliente le sentaría bien, y mientras tanto, poner un poco en orden su cabeza, mientras escuchaba la música de Tiziano.

"El Sol, existe para todos"

- Cierto, pero a algunos nos alumbra en menor medida.

Se tumbó en la bañera, mientras el agua mantenía su ritmo de crecimiento. Pronto le cubriría el pecho, y cerraría el grifo entonces. Dejó que la múscia entrara en él, relajó los músculos, y suspiró. Pensó que podría haber sido su último suspiro, le seguía doliendo la cabeza, cada vez más, y notó algo caliente sobrepasar su sien, bajar por el cuello, y llegar hasta el agua, como un río de lava que caía del volcán. Y no estaba muy confundido, por el rabillo del ojo vió como algo rojo manchaba el agua, y se esparcía veloz por la bañera. Se dió cuenta, estaba sangrando, y de manera alarmantemente abundante. Pero cometió un error fatal, o mejor dicho, le obligaron a cometerlo. La mezcla de dolor, cansancio, hambre y sueño, le hizo cerrar los ojos. Empezó a resvalar su cuerpo, hasta dejarlo tocando el fondo con la cabeza. Pronto, el agua cubriría todo su cuerpo, y él, dormido, moriría ahogado. Era consciente de lo que hacía, estaba despierto, por lo menos, eso sentía. La música seguía sonando, por lo que no le serviría de nada gritar. Iba morir ahí, solo, en el agua, ahogado por culpa de sus penurias, sin haber conocido el amor. Tanto tiempo luchando, para acabar así, sin posibilidad ninguna de salvarse. La vida le estaba devolviendo cada una de las veces que le retó. El agua llegaba ya por la barbilla. Pronto taparía su boca, con lo consiguiente, pronto taparía sus fosas nasales, y sentiría como sus pulmones se llenaban de agua. Pronto no quedaría de Daniel, más que un recuerdo, más que una víctima más, de los locos sueños que tienen los humanos, pronto todo por lo que había luchado, terminaría como llegó, fortuito. Pronto moriría, y no podría impedirselo nadie...

Capítulo 1.

Se asomaba el sol por la ventana de la habitación, intentando encontrar su cara para intentar alegrarle la mañana, intentar prometerle un buen día. El sol siempre hace las misma promesas, y como siempre, huye de noche despaborido cuando llega la Luna, con su ejercito de estrellas, a recordarle su penumbra, su soledad. El Sol no comprendia la gravedad de esa noche, de todo lo que habia ocurrido, tantas cosas que demostraban que fallaba al adelantar la mañana.
Su desprotegido amigo, esa mañana necesitaba otro tipo de calor, un calor más cercano a él, un calor más a su alcance, que le comprendiera mejor, ese calor que solo da un ser querido, ese halo de compresion desinteresada, y a su vez, recíproca por necesidad. Necesitaba de ese calor para levantarse de su cama esa mañana, para afrontar un nuevo día, una nueva semana.
A espensas de que sonara el despertador, puntual como siempre a las seis y veinte de la mañana, seguía haciendo lo que llevaba haciendo toda la noche, y que le habia impedido pegar ojo; leía, y releía el mensaje que le mandaron:

"Gracias por todo, de verdad, te has portado genial conmigo, pero no puede
funcionar, somos muy diferentes...
Y sinceramente, te he cogido mucho cariño, pero no quiero perder tu amistad,
y se que la perdería si estubieramos juntos.
Espero que esto no cambie nuestra relación, me doleria mucho perderte...
un beso."
Un beso... eso era lo que necesitaba en ese momento, aun más que un beso, un tierno abrazo, el calor de quien te ama, la sinceridad de una mirada, que tratará de mentirte para que te sientas mejor. Él era consciente, de que la mejor forma de mentir, era diciendo verdades a medias. Es cierto que ella no le quería, pero una cosa era bastante clara; la daba igual perder su amistad.
El problema era, que él no quería perder su amor, no quería perderla a ella, y sin darse cuenta, la perdió.
El molesto pitido del despertador, comenzó a retumbar por las paredes de su habitación, cada vez más intenso, y más, y más...
Procuró apagarlo lo antes posible, no quería que nadie despertara y lo viera en ese estado; desaliñado y ojeroso, triste, hundido. Tenía una reputación de persona fuerte, que no podía perder, por lo que tomó una decisión, hoy iría al tren andando. El paseo y la brisa mañananera, le sentaria bien a su espíritu, aunque quizás le restaría las pocas fuerzas que le quedaban para afrontar ese día. Era consciente de lo mucho que llevaba sin andar, o quizás no.
Había perdido la constancia del tiempo...
-¿Cuanto llevo sin dormir? Un día, dos, quizás más...
No debía preocuparse por eso ahora, el tiempo se le hechaba encima si iba a ir andando, así que se fue directo a la ducha. No desayunaría esa mañana, hacía tiempo que no tenía apetito, desde lo ocurrido...
Ya en el baño, móvil en mano, decidió poner algo de música; quizás así se animara un poco. Empezó a buscar artistas en el reproductor; Estopa, Melendi, Sergio Contreras, Aljiva, Huecco, El canto del Loco... esa mañana necesitaba alguien que le comprendiera, y se decantó por Tiziano.
Ese hombre había sufrido igual que él, o por lo menos, eso decían sus canciones...
"Soy un gran falso cuando finjo la alegría, tu un gran desocnfiado, caundo, finges simpatía".
A medida de que iba abanzando la canción, algunas lágrimas tránsfugas, asomaban por sus azules ojos. Él quería llorar, pero no quería aparentar debilidad, pues sabía que la vida se le echaría encima rápidamente...
"Y me siento como quien sabe llorar, todavía a mi edad, y agradezco siempre a quien sabe llorar, de noche a mi edad".
Nada, no pudo hacer nada, la primera lágrima se le derramó por el ojo derecho, creando un surco de tinta transparente, que atravesó su mejilla, y cayó hacia el suelo, partiendose el alma en la caída, viendo como había sido en vano su muerte, pues una de sus hermanas, por el otro ojo, moría con las mimsa violencia a pocos centímetros de ella. Pero no la siguieron más, parece que el miedo a morir, impidió a las lágrimas seguir cayendo, y le impidió a él, seguir llorando.
Ahora se encontraba frente a la mampara de la ducha, un cristal que llegaba hasta el techo, en el cual estaba su cuerpo desnudo frente al espejo. Paró de llorar, y solo Dios sabe, si fue por el miedo a la muerte, o por que no tenía fuerzas para seguir llorando. Nunca había visto su cuerpo así, demacrado. No era capaz de recordar lo último que comió, ni su último sueño, ni la última muestra de cariño. Pude que ni si quiera se acordaran de él en el colegio, puede que sus amigos le dejaran de lado, puede que hasta su propia familia se hubiera olvidado de su existencia.
¿Que había echo estas últimas semanas, para demacrar así su cuerpo, y su alma?.
Donde estaba su coherencia, donde estaba la lógica, donde dejó sus principios, de donde sacará las fuerzas para seguir viviendo, ahora que lo ha perdido todo...
"Pues lo que se dice a veces daña, pues lo que se escribe puede, herir hasta morir...
Por que solamente el caos de la retórica confunde y modifica la coherencia histórica... de noche a mi edad..."

Prólogo.

Dicen, que cuando pierdes la esperanza, pierdes cualquier tipo de sendero que te lleve a tu destino, pierdes el rumbo, pierdes el norte, te descarrilas y caes. Dicen, que la esperanza no se pierde jamás, que es eterna, que un cuerpo sin esperanza, es como el perro que no ladra. Tambien dijeron que la Tierra no era redonda, y esterminaron a aquel que hosó defender sus ideales, sublebarse contra la injusticia de la conciencia, del alma, de tu cabeza... si que es cierto, que en el fondo esos locos tenian razón, la Tierra es redonda, no tiene ni pies, ni cabeza; un mundo totalmente subrealista, que cada día que pasa, demuestra que merece menos ser vivido, pues no tiene tregua el dia a dia, y esta batalla merma tus fuerzas, hasta el punto, de hacerte desaparecer en el olvido...
Y esta es mi historia, la historia de todos aquellos desgraciados, que en vez de rendirse, decidieron que le mejor camino, era luchar. Estos, que se ganaron el respeto del miedo, desangraron su inocencia, con tal de dar una última estocada a la vida. Esta es la historia del soñador ajeno a la suerte, aliado de la desdicha, y que sus fallos convertio en virtud, para plantarle cara a la vida, y quitarla esa sonrisa que muestra, al crernos derrotados...